Colicchia, una familia de pasteleros que abrió su primera tienda a finales de la Segunda Guerra Mundial, continúa hoy en día con su tradición, garantizando la misma artesanía y calidad que los hizo famosos.
Para Colicchia, lo que importa es la calidad: basta probar sus helados y granizados cremosos para poder apreciarla.
Aquí no se buscan atajos: ni preparaciones, ni siquiera la facilitación del uso de la pasta de almendras, sino materias primas procesadas manualmente una a una, desde el primero hasta el último paso.
Basta probar el granizado de almendras para entenderlo: muy granulado, hay que masticarlo prácticamente, es tan rico en trocitos de almendra. De aquí deriva un sabor natural que impacta por su riqueza y sinceridad. Seguro que una vez que lo pruebes te costará comerlo en otro lado.
También vale la pena mencionar la creación del granizado de café, que requiere varios días de trabajo. Se elabora con procesos lentos, partiendo del café elaborado con la moka. Escucharlo de Colicchia es conmovedor.
Un consejo: prueba a acompañar los granizados no con el brioche canónico, sino con una galleta de Erice o con una de anís, accederás a otra dimensión del sabor.
Colicchia y su pastelería representan aún hoy lo más característico del deambular por las calles del centro histórico, sin duda un lugar que merece ser incluido entre las etapas de sus vacaciones.